viernes, 5 de agosto de 2011

Anda iCamina!

El Motivo

He tenido la triste oportunidad de leer un comentario que, más allá de llamarme poderosmente la atención por su impactante contenido, me dejó cavilante el resto del día. Quizá fue por la imagen psicológica que nos forjamos de las personas en la condición física en la que se encuentra el redactor de dicho comentario, o fue por la otra deplorable condición con la que se armó la disyuntiva.

''Cambiaria mi vida por la de un preso sin dudarlo'' fue la frase en cuestión, y supongo, propone intercambiar la condición física de mi amigo, que es parapléjico, por su libertad. Esto nos puede llevar a pensar en que la posibilidad del cambio es perfectamente viable, en vista de la convalecencia del autor de la querella. La verdad es que el tema tiende a ser complejo dada la relatividad de opiniones que se puedan suscitar sobre el asunto. 

El error de mi amigo no está en creer que la libertad no se puede disfrutar a plenitud desde su condición, o lo que es peor, que carece de la misma y por ende da igual cambiarla o no. El error de mi amigo está en superponer la paraplejia por sobre la propia libertad, anulando así toda posibilidad de esperanza. Lo peor es que los ''no parapléjicos'' caemos concurrentemente en este erróneo pensamiento, atribuyéndole un carácter de pesar o hasta de ''lástima''.

La Paraplejia

La realidad del asunto es, a mi parecer, muy simple; la verdadera paraplejía es mental.

Vivimos en un mundo de autómatas en el que la gente camina por condición y no por convicción y que cada vez se mueve menos.

La venta de vehículos aumenta mientras desaparecen los boulevares y las plazas públicas, se incrementa el uso de ascensores y escaleras mecánicas al tiempo que las manuales pasan a mejor vida, se ocupan más y más sillones los viernes por la noche para ver aquél programa de chistes malos en la TV y les colocan ruedas a las sillas en las oficinas para acortar la distancia hacia los papeles del otro lado del escritorio.

Es así, vivimos en un mundo donde las personas van a gimnasios para ejercitarse después del trabajo o simplemente llaman al número que ven en pantalla, en un mundo donde las amistades te envían solicitudes a la red social de moda y las visitas las hacemos a ''su perfil'', lo que nos lleva a preguntarnos ¿dónde está la verdadera paraplejia?

Mi amigo

Los motivos para pensar que desperdiciamos nuestra libertad de movernos abiertamente por el mundo y que los verdaderos parapléjicos somos los que tenemos la gracia de caminar sobran, y la verdad, mi amigo sin saberlo, ha sido una inmensa fuente de inspiración y motivación desde que quedó en aquella desafortunada condición (sepan que en algún momento formó parte de los que caminan por 'condición'), pues me ha enseñado en aquellos momentos de desasosiego espiritual, que han sido, no pocos sino muchos, que es posible seguir adelante aunque el mundo se caiga a pedazos.

Se dice que ''nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde'' y aunque sé que mi amigo reniega de su condición muchas veces, pues para nadie ha de ser fácil quedar bajo aquella condición tan bruscamente, es muy provable también que mi amigo haya pasado por encima de ese dicho otro tanto de veces, pues para mi, él pasó a ser un ícono de la resistencia. La resistencia a la muerte, y no hablo de la muerte física, sino de la espiritual que de esos conozco muchos.


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